jueves, 25 de marzo de 2010

Reflexión Sagua la Grande

Me llamo Daniel y vivo en Cárdenas, Matanzas. Trabajo en turismo y por esohe podido ver en estos días todo el debate que se ha levantado a raíz de lamuerte del preso Orlando Zapata. Lo he visto en CNN en Español y Televisiónespañola. También he leído algunos periódicos porque en los hoteles tenemosinternet. He leído artículos escritos por intelectuales extranjeros,disidentes cubanos, amigos de la revolución, enemigos. A raíz de todo eso, yde las cartas que andan circulando por ahí, me gustaría compartir unareflexión con ustedes.
Yo no soy nadie, ni actor ni cantante ni figurapública, tampoco intelectual, pero si sirve de algo, antes de dedicarme alturismo hice la carrera de sociología, soy militante del Partido y miembrode la asociación de Combatientes de la Revolución por haber cumplido misióninternacionalista en Etiopía.Lo primero que quiero contarles es que la muerte de Zapata me ha dejado muyconfundido. Al margen de que Amnistía Internacional diga que era un preso deconciencia y nuestro gobierno insista en que era un preso común, Zapata hamuerto por una huelga de hambre.
Porque se negó a comer. He pensado mucho eneso. ¿Qué le pasa por la mente a una persona para hacer algo así? Yo no losé, pero reconozco que en este país ningún disidente había llegado tanlejos. Al menos que yo tuviera noticia. El Granma ha dicho que Zapata hizola huelga porque quería un televisor, un teléfono y una cocina en su celda.Que alguien muera por eso sólo admite dos lecturas, o Zapata estaba loco oel Granma miente. Ciertamente la locura podría explicar todo esto, pero siZapata tuviera antecedentes psiquiátricos, no tengo duda de que el Granmalos habría publicado.
Así que no me queda más remedio que asumir que esteseñor no murió por un televisor. Murió por otracosa. No sé cuál. Dicen que lo manipularon, y seguramente haya algo deverdad en eso, pero convencer a alguien para que se deje morir no debe serfácil. Ni es tan simple.Aquí siempre nos han dicho que los disidentes son mercenarios, pero unmercenario no hace eso. Los mercenarios cobran y viven. Los mercenarios nose inmolan por una idea (por muy ridícula que sea), por eso los terroristasde Al Qaeda no usan mercenarios sino fanáticos. ¿Era Zapata un fanático?¿Un fanático de qué, de la contrarrevolución? No sé qué pensar, porque unfanático no surge de la nada, necesita un caldo de cultivo. ¿Existe en laCuba de hoy ese caldo de cultivo que genera fanáticos? Sería realmentepreocupante. Y una señal muy grave del estado de las cosas. Ya sé que lamuerte de un solo hombre no tiene por qué significar nada. Puede ser unhecho aislado. O no. Mientras escribo esto hay otros dos disidentes quetambién se han declarado en huelga. Y uno de ellos está ingresado. ¿Quépasará si mueren? ¿Serán otros dos mercenarios aislados, dos pobres víctimasmanipuladas?Lo bueno de hacerse viejo (yo tengo 44 años) es que uno tiene una memoriaenorme de las cosas que ha visto. Yo estos días me acuerdo mucho de algo quepasó hace casi treinta años…
En 1981 diez presos del ejército republicanoirlandés (IRA) se declararon en huelga de hambre en sus cárceles de GranBretaña. Muchos cubanos no se acordarán, pero entonces el tratamiento que sele dio en la televisión nacional fue de respeto y admiración. Desde quefalleció el primero; Bobby Sands hasta que murió el último; Mickey Devine,todos sus nombres fueron mencionados en el noticiero de las ocho como unaforma de mostrar la represión política que entonces ejercía MargaretThatcher sobre Irlanda del Norte.No intento comparar Cuba con Irlanda. Pero sí me llama la atención queaquellos huelguistas (algunos de ellos condenados por delitos de terrorismoen los que fallecieron inocentes) merecieran tanta gloria, y los que tenemosaquí sólo desprecio. ¿Por qué? ¿Porque supuestamente son delincuentescomunes, porque son cubanos, porque están contra el gobierno? Soy conscientede que el mero hecho de plantearme esto me coloca en el bando del enemigo.Pero yo no soy el enemigo. Cuestionar la versión oficial de quién eraOrlando Zapata no significa que comparta sus ideales (que desafortunadamenteni siquiera conozco). A mí la revolución no me educó para convertirme en unapersona insensible, ni en una máquina de repetir consignas (aunque lo hanintentado). Yo creo que si un cubano muere de huelga de hambre tengo derechoa exigir respuestas claras y convincentes.Además, no es la primera vez que me cuestiono una versión oficial. Ni laprimera vez que la rechazo. Antes he contado que pasé dos años en Etiopía,en la brigada que apoyaba al gobierno de Mengistu Haile Mariam. Los queestuvimos allí sabemos quién era ese señor, y las barbaridades que hacía ensu país. Era obvio que aquello no tenía nada que ver con el socialismo sinocon prácticas de un gobernante feudal, pero aunque todos en la brigadaéramos conscientes de lo que pasaba (incluidos los jefes de misión) laversión oficial siguió insistiendo en que apoyar a Mengistu era bueno parala causa revolucionaria, pero poco después de que Cuba retirara sus tropas(no el apoyo político) Mengistu huyó de Etiopía en un avión cargado dedinero. Hoy vive en Zimbawe y está acusado en su país de genocidio. Repito:GENOCIDIO. Cuando lo supe, en 1991, me dio rabia por tantos compañeros quefueron a Etiopia a luchar por una causa justa y murieronapoyando a un genocida que hoy vive de su cuenta en Suiza .Aquella vez mi gobierno se equivocó. Como se ha equivocado muchas veces. Poreso tengo que decirlo; soy cubano, soy revolucionario, pero apoyoincondicional no. Me niego a confiar ciegamente en un sistema que a vecesdice la verdad, a veces sólo media verdad, y a veces miente. Como todos losgobiernos del mundo, dirán algunos. Pero éste es el mío, éste es el que meexige cerrar filas sin hacerme preguntas, sin cuestionar qué está pasandoen la sociedad cubana para que un preso muera de huelga de hambre.A mí me enseñaron que en Cuba las huelgas de hambre las hacían losrevolucionarios contra Batista. ¿Qué está pasando aquí para que ahora haganhuelga los gusanos? ¿Qué tendría Zapata en la cabeza para que no le bastecon ser mercenario, para que elija morirse? Yo creo que para responder a esotenemos que dejar de mirarnos el ombligo y ser autocríticos.Hay que cuestionar las cosas, compañeros, porque eso es lo que hace unrevolucionario. Y no se le puede llamar mercenario a todo el que lo haga.Algunos lo son, no tengo dudas, pero todos no. Yo no tengo buena opinión delos disidentes porque, en primer lugar, sólo sé de ellos lo que me cuenta elGranma, y segundo porque me siento lejos de personas que defienden posturasconservadoras que llevarían este país a un extremismo de derechas, justoaquello contra lo que siempre he luchado, pero tengo que reconocer quealgunas de las cosas que dicen tienen razón. ¿Eso me convierte en disidente?Rotundamente no. Entonces, ¿Dónde está la línea? Por ejemplo, exigirresponsabilidades políticas porque en Mazorra han muerto de frio treintaenfermos mentales de los que nadie se ocupó, ¿Eso es hacerle juego alenemigo? Quejarnos de que en los hospitales no haya higiene, o que nopodamos salir del país sin permiso ni tener acceso a internet, ¿eso esde revolucionarios o de mercenarios? Lamentar que en mi país exista una leyde peligrosidad, copiada del régimen fascista de Franco, que condena a laspersonas “proclives” a cometer un delito (sin haberlo cometido aún), ¿Eso esde gusanos o de comunistas? Sinceramente no lo sé.No sé dónde quejarme, dónde lamentar, dónde exigir. No sé con quién tengoque hablar. ¿Con mi núcleo del partido, con mi presidente del CDR, con eldelegado de mi circunscripción? ¿Con el Granma? Créanme que ya lo he hecho yno ha servido para nada. Entonces, ¿Dónde canalizo mi vergüenza? ¿En elMiami Herald? Les voy a contar de qué se habló en la última reunión de minúcleo del partido; de retirarle el carné a un compañero porque había pedidola nacionalidad española. De eso se habló.Cuando veo el noticiero me indigno porque siento que me tratan como situviera diez años y viviera en la luna. Yo no vivo en la luna. Yo vivo enCuba y sé lo que pasa. Y me indigna que me digan que un preso ha muertoporque quería un televisor.Yo no sé lo que quería Orlando Zapata con su huelga, pero sé lo que quieroyo: soluciones a los problemas de mi país. Y podemos buscarlas o decirle almundo que la culpa de todo la tienen los yanquis y los mercenarios, podemosintentar arreglar esto entre nosotros o mentirnos diciendo que no pasa nada,que la juventud está comprometida, que nuestro pueblo cada día es másheroico y viril, que somos la referencia del mundo, que la calle es deFidel…Y sí, mi calle hace cincuenta años que es de Fidel, y no tiene bombillasporque se las roban los de la empresa eléctrica (esos sí son mercenarios),se inunda siempre que llueve y necesita asfalto.Así que ustedes dirán,Revolucionariamente,
Daniel