lunes, 29 de diciembre de 2008

Sagua es de todos

El orgullo de ser sagüero es de todos, no es patrimonio de nadie ni es título mercedado por rey. Un sagüero batistiano, un sagüero castrista o un sagüero nazista, en último caso lo que tienen de feo son sus apellidos pero nunca el nombre que es muy bello. La diferencia solo pudiera estar en “el grado de orgullo” porque la diversidad nos hace más o menos amantes, es el caso del Teniente Gobernador Español Joaquín Fernández Casariego del cual se dijo durante muchas décadas que fue “el hombre que más amó a Sagua” siendo español; o el de Machín que siendo sagüero nunca más volvió a Sagua, ni cooperó con ella, ah!, pero su orgullo nadie se lo quitaba; y que decir del actual Senador de los Estados Unidos Melquiades Martínez que con tanta gloria, fama, poder y dinero, no existe un solo día de su vida que no mencione a su querida Sagua la Grande a pesar de haberse ido de aquí cuando solo tenía 16 años. A veces veo a los sagüeros que viven en el exilio más orgullosos de su pueblito que muchos que conozco por aquí. Pero el calificativo del Rey ha sido para ellos el de: “traidores”, “gusanos”, y “mafiosos” (espejo de su alma), términos que a los andróides de la prensa les encanta usar -aunque les llamen “Señores”, con leve inclinación de cerviz, cuando vienen de visita-.


A nosotros -la oposición- no nos consideran sagüeros, solo somos “antisociales”, “apátridas” y “agentes de una potencia extranjera”, nada nos toca de Sagua, en sus brillantes conclusiones, solo tenemos orgullo de ser suecos.

Ahora bien, no se puede confundir “Patria con Estado” y este es precisamente el nuevo fenómeno sociológico que está sucediendo en nuestros días cuando algunos “vivos” del Castrismo ponen a la Ciudad, a la Patria Chica, como sinónimo de Gobierno y por tanto su orgullo pasa del nombre al apellido. No olvidemos el valiente discurso que dió el arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Pedro Meurice cuando la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, donde señaló: “…confunden la Patria con un Partido y la nación con una ideología…”

El rey francés Luis XIV proclamó: “El Estado soy yo”, y así fue, "el rey fue Estado”, pero lo que nunca pudo ser fue “Patria” pues ese sentimiento es propiedad de cada corazoncito.

Cuando se invente el “Saguómetro” (aparato para medir el amor por Sagua), nos avisan que muchos opositores, disidentes y civiles queremos participar en buena lid.